Respira profundo.
Siente que todo tu cuerpo se expande y contrae mientras respiras.
Nota tus piernas, tus pies y el suelo sobre el que estos se apoyan y asientan.
Nota la solidez de este contacto.
Siente la silla que te sustenta, el peso de tu cuerpo sobre ella y el efecto de la fuerza de gravedad, que naturalmente te empuja hacia abajo con suavidad, de forma relajada.
Centra tu atención en los pies.
Presiónalos ligeramente contra el suelo y siente que las piernas entran en contacto con el plano Tierra.

Intenta mantener esta corriente activa mientras pasamos a la parte superior del cuerpo.
Mientras te centras en el peso de tu cuerpo, gradualmente toma conciencia de un centro de gravedad situado en la base de la columna.
Siente que tu cuerpo ahora se apoya sobre ese punto, y céntrate en él como si fuera un ancla que sujeta. Cuando te consideres anclado en ese punto puedes comenzar a incorporar el resto de tu cuerpo al ejercicio de enraizamiento.
Sintoniza con el torso y centra tu atención en el canal central de tu cuerpo.
No se trata de la columna, que se encuentra más próxima a la espalda, sino de la parte del eje central que está alineada a tu centro de gravedad.
Tomate unos instantes para alinear la parte superior de la cabeza, la garganta, el corazón, el estomago y el abdomen – todos los demás chakras – con el chakra basal sobre el que descansan.
Respira profundamente y refuerza este equilibrio sobre el primer chakra.
Ahora hemos establecido una columna vertical de energía.
Imagina que se trata de un gran cordón-preferiblemente de color rojo oscuro- que parte desde muy encima de tu cabeza, atraviesa el centro de tu cuerpo y desciende hasta el suelo, pasando directamente por el espacio vacío entre tu asiento y el suelo.
Dedica un tiempo especial a asegurarte de que este cordón llegue hasta tu punto de anclaje situado en el primer chakra y continúe no solo hasta el suelo, sino que se introduzca en lo más profundo de la Tierra.
Si lo deseas, puedes visualizarlo llegando hasta el centro del planeta e imaginar que el campo gravitacional terrestre lo atrae.
Dedica más tiempo a este punto, comprobando que todas las partes continúen en funcionamiento: los pies presionando ligeramente el suelo, los chakras alineados directamente uno sobre el otro, la columna roja de energía empujando hacia abajo, la armoniosa sensación de gravedad que nos ayuda a enraizarnos, a anclar nuestros cuerpos física y sutilmente.
Poco a poco deja que tu torso se balancee hacia delante y atrás, de lado a lado y luego en círculo sobre el punto del primer chakra.
Nota que el punto situado al final de la columna no se mueve, sino que es el cuerpo el que se desplaza a su alrededor.
El objetivo es mantenernos enraizados incluso en movimiento, para lo cual el cuerpo debe practicar como está haciendo ahora.
Deja que el exceso de tensión se disperse hacia el suelo, manteniendo en todo momento los pies ligeramente presionados contra el suelo.
Luego vuelve a la posición de reposo.
Fuente: Libro "Ruedas de la Vida. Un viaje a través de los chakras"