Por ello su símbolo son doce pétalos de loto que rodean una estrella de seis puntas, es decir, dos triángulos superpuestos: el que apunta hacia abajo representa el espíritu que desciende hacia el cuerpo y el que apunta hacia arriba es la materia que se eleva hacia lo espiritual, hacia lo infinito.
El Chakra Anahata se ubica en el centro del pecho.
Vibra con los colores verde y rosa, está asociado al sentido del tacto y al elemento del aire y se relaciona con el corazón, el pecho, los pulmones, el timo y, en general, todo el sistema circulatorio, además de las manos y los brazos.
Anahata significa en sánscrito "sonido hecho sin que dos cosas se choquen" y es una metáfora para indicar la coexistencia de lo material y lo espiritual.
Está relacionado con el amor incondicional y espiritual, que no tiene nada que ver con el egoísmo o la atracción puramente sexual.
Los problemas de salud relacionados con el Chakra Anahata son la respiración superficial, la hipertensión, las enfermedades cardíacas y el cáncer.
También se asocian ciertas disfunciones emocionales como la dependencia, la melancolía, el miedo a la soledad, al compromiso y a la traición.
Torsiones para el corazón
Para abrir, estimular o desbloquear el Chakra Anahata, existen asanas específicas, las torsiones. Entre éstas destacan Ardha Matsyendrasana, que significa "el rey de los peces".
Para realizar correctamente la torsión vertical hay que partir desde una posición de máxima verticalidad de la columna vertebral.
Existen diferentes variaciones pero, en esencia, se trata de girar la columna desde las vértebras inferiores progresivamente hacia arriba, culminando con la rotación de las vértebras cervicales al girar la cabeza.
En la postura final se intensifica la torsión espinal estirando la columna al inspirar y acentuando el giro del tronco y de la cabeza al espirar.
Tras alcanzar la postura final es importante regresar lentamente con un movimiento en espiral: primero girar lentamente la cabeza, sintiendo cómo la torsión se desmonta de arriba hacia abajo. Y, a continuación, repetir la secuencia al lado contrario, cambiando la posición de las piernas y brazos.
Las torsiones, en general, flexibilizan y fortalecen la espina dorsal y los nervios y músculos del cuello; corrigen los hombros caídos, la espalda encorvada y la postura defectuosa; tonifican y masajean los órganos abdominales por la compresión alternada de cada mitad del abdomen: las torsiones hacia la derecha mejora el peristaltismo y actúan sobre el colon ascendente, parte el intestino grueso, el riñón y el hígado. Al hacer la torsión hacia la izquierda, se estimula el colon descendente, el bazo, el páncreas y el riñón.
Daya Kaur